viernes, 7 de septiembre de 2007

En vez de acabar con la extrema pobreza, deberíamos acabar con la extrema riqueza

Inaugurando la sección "columnas de opinión" para que posteen

No se donde leí esa frase, pero me parece completamente descriptiva de lo que somos hoy. De hecho, todos se preocupan de mañana, pero hoy, hoy es un tema complicado. Y cuando nos complicamos, nos complicamos en serio.

Es considerablemente grave la derechización del país. Hace unos días atrás, apareció una encuesta en "La tercera" que daba como "posibles presidenciables" a Sebastián Piñera y Soledad Alvear. Un empresario y una democratacristiana.

Sebastián Piñera, recodémoslo, fue uno de los mayores beneficiarios de las políticas neoliberales promocionadas e implantadas en Chile por la Dictadura, mientras que la Democracia Cristiana fue uno de los partidos instigadores del Golpe de Estado del 73. Si hay una políticos perversos en Chile, esos son los Hermanos Zaldívar.

La sociedad ha cambiado considerablemente. Hoy una persona de veinte años tiene la cualidad de ver tele, ver youtube, chatear, buscar cosas en google, leer el diario, hablar por teléfono, hablar con la mamá y escuchar música a la vez. En esta perspectiva, la política es un mal menor. La Democracia se transformó en un mal menor, en comparación con la Dictadura que era el mal mayor.

Sinceramente, las cosas no han cambiado tanto. Transantiago nos ha devuelto al fascista que cada santiaguino lleva adentro. Cada flaite de amarillo se siente henchido de orgullo al gritarle con soberbia a cualquiera que "tenga cuidado", pero sin mirarlo a los ojos. La economía de libre mercado nos cagó, nos ahogó y nos estrujó. Nos obligó a tener chequera electrónica y un bonito audi. A vivir en el país de la buena onda aunque nadie sea buena onda. Un país muy UDI, donde los medios de comunicación nos aterran con violaciones y asaltos, pero reviven también a Julio López Blanco en un solemne e inofensivo homenaje a Pavarotti que cambia de contexto cuando nos enteramos que con esa misma cordialidad servía a la DINA.

Todo esto a pito de una entrevista que apareció en la revista Haciendo Cine en que entrevistaban al gordo López. En la entrevista aludía su condición de pobre niño nerd, de como en el colegio que era golpeado, y de como gestó con esa premisa su película "Promedio Rojo". Yo me pregunto ¿A un niño millonario realmente le importa ser el nerd de la clase?. Un niño humillado difícilmente jugaría al rol de chico-de-culto-que-pobrecito-pero-hace-una-película-cool-igual. Dese una vuelta por el Jaque Mate y verá niños abusados de verdad.

Un chico freak, como suele aludir a sus personajes como un eufemismo de si mismo, en realidad sería aquel que se destapara la venda de sus ojos y entendiera cuan terrible es la ciudad, sus calles y su gente, en vez de hacer un exitado incapié en los "barrios de Japón que a mi me fascinan, como Akihabara, la ciudad eléctrica, y el barrio mítico de Kabuki, donde se inspiró el director de arte de Blade Runner para conseguir la atmósfera de su película" (sic).

No dejo de pensar en aquel cine evasivo que apareció en nuestro país desde fines de los setenta, donde se mostraba la valiente superación del subdesarrollo marxista a cambio del desarrollo y creciente pujanza de un pueblo europeizante y hasta buena onda. La Suiza de Sudamérica, hasta con canchas de Sky. Recuerdo haber leído una entrevista de López diciendo que le encantaría hacer un musical del Golpe de Estado. Y que ganas de ver concretado ese proyecto.

El arte no es cuestionable, y la realización de películas tampoco, por ende lo anterior en ningún caso es un juicio a la obra ni a la persona de López. Sino que es un cuestionamiento a un grupúsculo de cineastas que producen películas recreando un imaginario de sociedad a la altura del cine de los cincuenta, en donde el arte es una locura que se justifica en su propia locura, como en "Fuga", en donde los pobres viven en barrios de pobres y los ricos viven problemas profundos en barrios pudientes como en "Play", o simplemente el hedonismo se transforma en una simpática campaña en favor del condón muy concertacionista como lo es "En la cama". Vivimos en un mundo desarrollado, grato, con problemas del corazón pero con un final feliz. Tal como lo proclamaban los viejos films de estudio de los cuarenta y cincuenta. Vuelven a aparecer los temas vinculados al criollismo y nacionalismo ("Casa de remolienda", "El roto" pero despojada de la virulencia de Edwards Bello) o la mirada naïf del país ("Machuca" y su sensiblerismo chulo, o "Se arrienda" con un recién llegado de Estados Unidos con ideales de mentira), todo filtrado por la era google que a la vez pasa la cuenta, por que ahora llegan las películas de Berlanga, Kaurismaki, Ozu, Jean Vigo o Paul Morrissey, diez veces mas revolucionarias estética, formal y conceptualmente hablando, y cien veces mas actuales que varias películas chilenas de pianos voladores o escolares en celo.

De la simpática ciudad en donde aparecen prostitutas dicharacheras, hasta el cine de propaganda con bailes folcklóricos interpretados por los Huasos Quincheros de fines de los setenta, hay solo un paso, pero un importante eslabón de una cadena de cine de explotación, de cine de mercado, de cine de contratos, 35mm desperdiciado, coproducciones con productoras picantes de Europa o discursitos con acento ibérico que relegan una traducción de nuestra alma de país a un mero ticket de cine popcorn.

Por eso hoy en día la "calidad" de la película se "cuantifica" en cuantas personas fueron a verla al cine, una herencia directa de la Dictadura, en donde las economías de libre mercado dictaminaban que todo estaba bien si tu estabas dentro, pero si estas en los márgenes, no eres útil, ni válido ni "importante". Las utilidades se miden en cuanto ganas, no en cuanto emocionas, y nos tendremos que aguantar una seguidilla de películas y pelmazos que hablen de "Industria", siendo que la palabra"Industria" en realidad es "Empresa". Entonces ¿Es tan discutible que los artístas se sulfuren con la idea de ver llegar al poder a un Piñera o una Alvear, si desde hace casi veinte años que vivimos sumidos en una inocua inercia del buen vivir, del sushito y de la entrevista divertidilla para un programa pseudo irónico?¿Si el gobierno propicia la producción de los mismos apellidos, pero cercena las acciones de vanguardia por no entenderlas?



"De cada 7 chilenos, uno tendrá auto"
Mira lo que hiciste!

Así como en los sesenta nació el nuevo cine chileno, ahora le pusieron a esta etapa "el nuevo-nuevo cine chileno". Ascanio Cavallo decía que los hijos matan al padre reviviendo al abuelo, por ende justifica que los referentes vuelvan a ser los cineastas de los sesenta y no los de los ochenta y noventa. El problema es que esta versión remozada es absolutamente derechista en su concepción estética y conceptual, vacía y tambaleante en comparación con el peso discursivo, formal y experimental de aquel cine de vanguardia. Y sobre todo, que el cine revolucionario de los sesenta fue pobre por que fue independiente. O que alguien me diga de algún movimiento cinematográfico consistente que haya sido financiado integramente y sin condición por un Gobierno o por el Estado.

Un bonito artículo del cine chileno contemporáneo léalo acá

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