domingo, 12 de agosto de 2007

Todos somos inmigrantes, extranjeros en este mundo

Copy & Paste de una entrevista al director alemán Fred Kelemen.
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Fred Kelemen es uno de los directores de cine europeos mas innovadores y enigmáticos. Nació en Alemania; sin embargo, los cinco largometrajes que ha hecho hasta ahora se han rodado en escenarios de toda Europa; su última obra, Krišana (2005), una coproducción entre Letonia y Alemania, se rodó en Riga.
Todas las películas de Kelemen han sido premiadas en festivales de cine de todo el mundo, y su persistente lucha por la pureza de la expresión fílmica atrajo la atención de teóricos como Susan Sontag. Además de dirigir, escribir guiones y ejercer como director de fotografía de sus propias películas, Kelemen también colabora como director de fotografía en filmes de otros autores, entre los que se encuentra el húngaro Béla Tarr.

Procedes de Alemania, pero has filmado escenarios de Polonia, Portugal, Letonia y otros países europeos; desde hace mucho tiempo trabajas como director de fotografía para el húngaro Béla Tarr…¿Cómo ves las relaciones intereuropeas contemporáneas en el contexto de la producción cinematográfica? ¿Tu trabajo indica que no hay dificultades para moverse, traspasar fronteras y mezclar identidades?

El cine es un arte universal. A la diferencia del teatro, donde el actor depende de su lengua y eso le vincula muy estrechamente a su país de origen, el arte cinematográfico no está basado en el lenguaje de las palabras. El cine es un arte visual y como tal se aproxima a la universalidad de la música o la pintura; sus elementos básicos están por encima de cualquier definición nacional. Nunca he entendido qué se supone por ‘cine alemán’, ‘cine español’ etc. Cualquier acotación en el marco nacional, definición condicionante, etc., es una terrible limitación de la magnitud y la libertad, tanto del arte como del ser humano. A mí me interesan el ser humano y las cuestiones humanas, el secreto y el drama de la existencia humana, y por lo tanto no estoy buscando las diferencias nacionales o culturales, sino lo que las personas tenemos en común. Mi idea nunca fue hacer cine sobre los alemanes, los españoles, etc. Los seres humanos no podemos ser definidos en términos nacionales, cualquier definición nacional resulta artificial y no es verdadera. Cada ser humano tiene una manera de ser individual, su tono y su color son individuales y no puede quedar reducido a términos nacionales. Para mí es natural ir a trabajar allí donde me lleve un impulso poderoso. Ese impulso puede estar generado por la gente, por el lugar o por la temática, se trata de un asunto artístico y emocional, nada más. Generalmente, podría trabajar en cualquier lugar.

¿Es distinto trabajar en los países de la antigua Europa del Este que en otros lugares de Europa? ¿El lugar todavía tiene un aire diferente por haber tenido un pasado diferente?

Sí, aquella área difiere de los países occidentales ya que la gente de allí afronta de una manera distinta ciertas situaciones. Esto es difícil de explicar. Tal vez la gente sea menos egocéntrica y esté menos preocupada por algunas cosas que preocupan mucho a los occidentales. Ciertamente, en aquellos países el pasado todavía está muy presente, pero la realidad actual, como una mezcla o una confrontación entre el pasado y el ‘nuevo’ capitalismo de estilo occidental, es diferente que en la Europa occidental.

Cómo defines la identidad de tus propias películas? Además de ser películas tuyas, ¿son alemanas, letonas… europeas?

Sólo son películas, expresiones artísticas individuales, reflejos íntimos de la realidad.
Tu primera película ‘Fate’ (Destino), se basa en la vida de unos cuantos inmigrantes procedentes tanto de la Europa del Este como de otros lugares, que se encuentran en el Berlín de los 90.

¿Tu intención fue poner de manifiesto cierta situación social que se dio en Alemania en aquella época?

La película no fue pensada como un intento de mostrar la situación social en Alemania; sin embargo, al igual que cualquier otro ser humano, yo también reflejo la realidad que me rodea. En la época en que se rodó Fate, en Berlín se daba una situación interesante y, como es natural, eso tuvo una cierta influencia en la película. No obstante, el filme no se limita a hablar sobre un período determinado, habla de las actitudes y los conflictos humanos más elementales, independientemente del lugar y de la época específica.
Los inmigrantes proceden de una cultura diferente, están desplazados y, por lo tanto, son particularmente vulnerables; en cierto modo, los inmigrantes viven entre dos mundos.

¿No crees que el concepto de ‘destino’ (Fate) tiene resonancias muy fuertes en el contexto de esas circunstancias?
Todos somos inmigrantes. Todos somos extranjeros en nuestro mundo. Todos vamos a la búsqueda constante de la felicidad, el amor, el cariño, la comunicación, el entendimiento, la paz; deseosos de salir de los círculos viciosos, pasamos de un día a otro. No nos sentimos ‘en casa’ dentro de nosotros mismos, ni en nuestros lugares de trabajo, en las empresas, en las escuelas, en el seno de nuestras familias, en nuestras relaciones. Siempre estamos buscando algo mejor. El inmigrante es la imagen, la metáfora perfecta de la condición de nuestra existencia humana. Somos vulnerables, incluso nos sentimos heridos: la existencia humana es terriblemente frágil. También es cierto que vivimos entre dos mundos: el mundo material de nuestra lucha y nuestros límites cotidianos y el mundo espiritual de nuestros deseos, nuestras esperanzas, nuestras creencias y nuestros conocimientos intuitivos.

El título de tu película ‘Abendland’ fue traducido al inglés como ‘Nightfall’ (‘a la caída de la noche’); sin embargo, ‘Abendland’, si no me equivoco, significa ‘el mundo occidental’. El filme se rodó en Portugal, Polonia y Alemania y trata temas como el desempleo y las crisis de pareja. ¿Pensaste en esta película como un intento de visualizar el espacio europeo y sus problemas?

Abendland habla de los seres humanos en la sociedad occidental. El occidente es donde se pone el sol, donde la luz palidece, donde acaba reinando la oscuridad; es nuestra sociedad, en la que domina lo material, la ideología de provecho, de la explotación, de las guerras, etc. Se trata de una visión limitada, que enfoca solamente los aspectos materiales de la existencia; así surgen la pobreza del alma y la pobreza mental. La consecuencia de todo ello es la desolación de la cultura. Se trata de la plataforma a partir de la cual se desarrolla cualquier relación humana en la parte del mundo en que vivimos. Y de ahí surgen estas preguntas: ¿cómo puede la gente desarrollar el amor y la dignidad humana?, ¿cómo puede realizarse en el plano individual y comportarse como auténticos seres humanos si vive en un mundo cuyas características acabo de describir?
La sociedad crea alienación, es causa de muchas humillaciones…

¿No te parece que la sociedad tiene un papel antagónico en tus películas? ¿Existe o existió una sociedad mejor?
No sé si existió una sociedad mejor; sin embargo, es cierto que un individuo, con sus deseos, esperanzas, posibilidades, siempre está en conflicto con la sociedad, que limita su potencialidad y sus cualidades individuales. Particularmente el siglo XX, como un siglo de masas y de producción industrial, ha aplastado el desarrollo de la idea de la comunidad de individuos capaces de vivir juntos bajo el ideal del pleno respecto por las cualidades particulares de cada uno. Creo que experimentar la realidad social significa experimentar la resistencia. En nuestro mundo moderno vivimos en una sociedad abstracta, gobernada por unas leyes abstractas, pero esas leyes abstractas han sido ideadas y concretadas por unos burócratas ignorantes que están creando una realidad completamente ajena a nuestras auténticas necesidades humanas, y no unas comunidades donde dominen el reconocimiento mutuo, el respecto basado en los valores éticos y el amor.

Palabras como “pesimismo” y “desesperanza” suelen asociarse a tu poética personal. Sin embargo, los protagonistas de tus películas están, en cierto modo, llenos de vida, energía y emoción. ¿De dónde surge esa contradicción?

Es que si es una contradicción –yo, sinceramente, creo que no lo es–, surge de la vida misma. Cuanto más amamos, más sensibles y abiertos estamos y más nos encontramos cara a cara con los límites de lo que se ha hecho en nuestra sociedad y en nuestra propia vida. Esta experiencia de los límites es lo que entristece a uno. Así que no hay contradicciones. Una cosa lleva a la otra. Cuanto más crecemos, tanto mentalmente como emocionalmente, más dolor experimentamos.

¿Buscas intenciondamente los conceptos arquetípicos? ‘Fate’ es una película sobre la búsqueda; ‘Abendland’, sobre la decadencia; ‘Fallen’, sobre el sentimiento de culpabilidad y el suicidio…

No, no los busco. Me he orientado en una dirección determinada y estoy en mi camino. Y, estando en el camino, a veces encuentro algo.

Escribes, filmas y diriges tus propias películas. ¿Son tareas distintas para ti o bien lo ves todo como un único trabajo, que es el de construir una película?

No divido el cine en partes diferentes y excluyentes entre sí. Tampoco me divido a mí mismo en partes diferentes y excluyentes entre sí. Como una forma artística, el cine es uno e indivisible, al igual que yo, como persona, soy uno e indivisible. Esas cosas distintas son, simplemente, aspectos distintos de la expresión artística. Escribir un guión, dirigir, crear imágenes, para mí son una sola acción. Por supuesto, las cosas también se pueden hacer de otra manera. También es bonito ser director de fotografía en la película de otro cineasta. Pero practicar diferentes partes de ese trabajo a la vez también es posible. Todo es posible.

Cómo consigues una dramaturgia tan buena sin tener un guión estrictamente elaborado antes de empezar a rodar?
Hm…

En general, te expresas apoyándote en el puro poder de la imagen en movimiento. Esto hace que tus películas sean diferentes de la mayoría de los trabajos fílmicos contemporáneos. Sin embargo, el tipo de expresión y tu actitud no son nuevos; de hecho son básicos, clásicos. ¿Cómo puede ser que algo básico se haya perdido? ¿Qué más echas en falta, hoy en día, en el ámbito de la producción cinematográfica? ¿Cómo se puede recuperar todo eso?

Hay muchas cosas que son básicas para el arte cinematográfico pero que ya no se usan habitualmente. No diría que se hayan perdido, simplemente ya no forman parte de la mayoría de las películas contemporáneas. Todavía hay personas que se dedican a hacer cine y que trabajan de una manera muy elaborada, con los elementos básicos de la expresión fílmica. Pero esa gente pertenece a una especie en extinción.La mayor influencia estética que hoy recibe la gente procede de las películas hechas para la televisión, de los videoclips, etc. Las películas clásicas o formalmente más elaboradas pocas veces se pueden ver en las salas de cine; personalmente considero que la cuestión formal es una cuestión de actitud. Es tremendamente difícil tener acceso a los tesoros que ofrece el séptimo arte. Sin embargo, mientras haya personas que amen el tipo de cine del que estamos hablando, que estén dispuestas a hacer un esfuerzo para producir, filmar, distribuir, ver estas películas; mientras haya artistas que se dediquen seriamente al cine como arte, y no sólo como un producto de consumo rápido hecho sin reflexionar, existen posibilidades de que el cine, como un arte universal que comunica, como lenguaje espiritual, pueda sobrevivir.

¿Qué consejo concreto le darías a un estudiante de cine?

Le aconsejaría que sólo continuara con sus estudios si está dispuesto a soportar cierto dolor mientras esté haciéndolo y trabajar muy duro y que deseé ir muy profundo en su alma y que no se escape a las dificultades porque hay que preguntarse si realmente lo amas tanto como para sacrificar tu vida.

2 comentarios:

Jen' dijo...

definitivamente es un arteuniversal!

saludos.!

Conde Karnstein dijo...

Muy buen blog
por decirlo en forma culinaria
un manjar para quienes degustan del buen cine.
saludos desde tombstone


http://www.spaghettiwesterns.tk